En los últimos años, he recibido numerosas consultas sobre violencia en los colegios. Muchas familias de niños que reciben insultos, golpes, empujones, pellizcos o mordiscos continuados, por parte de otros compañeros de su clase, me han llamado o escrito para pedirme consejo.
Por desgracia, esta situación no se sale de lo común y suele ser lo habitual en muchas escuelas. Sin embargo, lo llamativo es que algunos de los niños sobre los que estoy escribiendo, no acudían a colegios del sistema tradicional, sino a escuelas de pedagogías alternativas.
Sus padres, conscientes de los fallos de la escuela tradicional, habían buscado para sus hijos una educación diferente y se sentían desconcertados al hallar este tipo de actitudes en escuelas, supuestamente, respetuosas.
NO SON COSAS DE NIÑOS
También resulta llamativo el hecho de que, ante las quejas de los padres, las respuestas, por parte de las acompañantes, guías o como se autodenominen en cada caso, se parecieran bastante a las que podríamos escuchar en un colegio tradicional cualquiera, entre ellas: “son cosas de niños” o “hay que dejar que ellos resuelvan sus conflictos solos”.
Quienes me seguís ya sabéis que no comparto la idea de que la violencia es cosa de niños. Es bien sabido que, entre las pocas culturas pacíficas que quedan en nuestro planeta, los niños de distintas edades juegan juntos con tranquilidad y casi sin la supervisión de los adultos porque realmente se cuidan y se respetan entre ellos.
Pero, para nuestra desgracia, la sociedad en la que crecen nuestros hijos es mucho más competitiva y violenta, que las mencionadas anteriormente y los niños, desde que son muy pequeños, reciben diferentes tipos de agresiones físicas y/o psicológicas.
En mayor o menor medida, como consecuencia de las violencias recibidas o percibidas (en casa, en la calle, en las redes, en la televisión, en internet), a muy corta edad, cada niño carga ya con una mochila de agresividad contenida.
Asimiladas las distintas violencias como formas de comunicación cultural y social, cuando los niños se reúnen con otros, debido a muy diversas causas, acaban surgiendo situaciones en las que aparecen los gritos, los insultos, los golpes, los pellizcos, los mordiscos, abusos de mayores hacia pequeños, etc.
Esto no sucede la mayor parte del tiempo, pero cuando estalla alguna de estas situaciones, resulta imprescindible que los niños se sientan acompañados por adultos equilibrados que les ayuden/apoyen a encontrar soluciones respetuosas al conflicto surgido.
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Adultos que les ayuden/apoyen para hallar formas respetuosas, no violentas, de comunicación, de comprensión de su frustración, de resolución de sus conflictos, de sus problemas.
Adultos que saben que las siembras del hoy son las cosechas del mañana y que si queremos vivir en una sociedad más pacífica, menos violenta, nuestros hijos no deben vivir rodeados de un clima de inseguridad, de terror ante la agresión, de indefensión ante la falta de sostén emocional.
ESO NO PASA AQUÍ
Otra respuesta habitual, que me comentan los padres de los niños que sufren acoso, es la de “eso no pasa aquí” o “nosotros no hemos visto nada”.
La negación de las agresiones es habitual en los colegios tradicionales, pero uno no lo esperaría en otro tipo de propuestas pedagógicas. No sé si esto ocurre por no saber detectarlas o por no querer (o poder) verlas, pero lo cierto es que las violencias también están presentes en muchas escuelas que pretenden ser respetuosas y, esta actitud de negarlas o de mirar hacia otro lado como si no ocurrieran, no soluciona nada; muy al contrario, si los adultos no actúan para frenarlas y trabajarlas, lo que se está permitiendo es que las violencias entre niños crezcan y se instauren en sus centros como algo normal y habitual.
Considero imprescindible que los responsables de cualquier escuela que realmente quiera ofrecer una educación diferente a los niños que a ella acudan, presten una especial atención para detectar y manejar, de manera respetuosa para todos, los distintos tipos de violencias que pueden plantearse en el entorno escolar.
UN ENTORNO REALMENTE RESPETUOSO
No pretendo, con esta entrada, desanimar a las familias que buscan una alternativa a la escuela tradicional. El sistema educativo actual está obsoleto y es saludable que aparezcan otras opciones más acordes con las verdaderas necesidades emocionales y de aprendizaje de los niños. Además, es cierto que existen escuelas donde realmente atienden y trabajan las violencias de forma adecuada. No son las mayoría, pero sí que las hay.
Mi consejo a las familias es que, en la búsqueda de opciones educativas para sus hijos, además de por la pedagogía, se interesen en saber cómo, en el centro de su elección, se manejan determinadas situaciones como agresiones, insultos, abusos, micro-machismos, etc.
También, que investiguen, pregunten, escuchen, hasta encontrar un lugar que se adecúe a lo que cada familia busca. Además, es importante acudir, junto a sus hijos, durante unos días de prueba a la escuela elegida y observar desde dentro cómo funciona y sobre todo, cómo manejan las violencias.
Ramón Soler, Psicólogo