"Si hay mujeres que aprenden unas de otras, las creencias y la manera de hacer las cosas pueden cambiar." Jean Shinoda Bolen
Mi abuelo Ramón era cocinero, más artesano que artista pues, durante su vida laboral, trabajó en el comedor de empleados de una gran empresa. Tal vez, no fuera el cocinero de un restaurante de cinco tenedores, sin embargo, su amor por la cocina siempre fue inquebrantable.
Considero este amor por la cocina de mi abuelo su mejor legado y el más entrañable recuerdo que tengo de él. Desde que tengo memoria consciente, siempre que iba a su casa, le veía entre ollas y sartenes, cortando, picando o rebozando.
No es que yo le prestara una especial atención, para mí era normal verle cocinar. Nunca me explicaba lo que estaba haciendo y no creo que tuviera interés por enseñarme a cocinar. Yo, simplemente, pasaba de vez en cuando por donde él estaba y le veía cocinando.
Ahora que soy mayor, he descubierto que tengo un don especial para la cocina. Conozco los pequeños trucos para freír almendras o hacer empanadillas, sé cuándo hay que añadir tal o cual ingrediente solo oliendo o escuchando lo que se está cocinando, aprendo nuevas recetas con facilidad y soy capaz de improvisar con buen resultado.
INFORMACIÓN EN NUESTRO INCONSCIENTE
Tras muchos estudios, hoy en día se sabe que, desde pequeños, nuestro inconsciente capta mucha más información de lo que percibimos racionalmente. Según algunos investigadores, el cerebro procesa 400.000 millones de bits de información por segundo, pero sólo somos conscientes de 2.000. Toda esa información, aunque no nos demos cuenta, queda almacenada en nuestro interior en el mismo momento en el que la recibimos. Incluso, muchos años después, cualquier situación que vivamos puede activar esa información oculta y conectarnos con experiencias del pasado. En consulta, vemos constantemente ejemplos de esto cuando algunas situaciones del presente nos reactivan experiencias negativas del pasado.
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En esta entrada, quiero centrarme en el aspecto positivo de esta manera de funcionar que tiene nuestra mente, es decir, en la forma en la que captamos información y en cómo podemos aprovechar ésta en nuestra vida futura. Tenemos que tener en cuenta que recopilamos información de todas las experiencias que vivimos, no sólo de los traumas. Todo lo que captamos a través de los sentidos pasa a formar parte de nuestra experiencia vital.
Os cuento todo esto porque cuando leo o escucho a expertas en antropología, crianza y demás, hablar sobre la lactancia, muchas mencionan que uno de los factores que causa que hoy en día tengamos tantos problemas de lactancia es que la mayoría de nosotros ya no hemos vivido en una comunidad donde la lactancia materna fuera habitual. Muchas madres de hoy, fueron víctimas del boom del biberón de los años 70 y del mito de la “leche mala” que le contaban a nuestras madres para introducirles la lactancia artificial.
Dicen las expertas que el no haber tenido un modelo de lactancia dificulta que muchas madres “sepan” dar el pecho a sus hijos. Por poner un ejemplo de nuestros primos los homínidos, los encargados de los zoológicos se han percatado de que las hembras de chimpancé y de orangután criadas en cautividad tienen verdaderos dificultades con la lactancia, como si no supieran dar de mamar a sus bebés. Para solucionar esto, les ponen vídeos de otras hembras amamantando o, incluso, algunas necesitan pasar una temporada con ellas para aprender.
No quiero dejar de mencionar el hecho de que la lactancia es innata en los bebés, ellos, no necesitan que les enseñen, si se les deja, saben buscar el pecho de la madre nada más nacer. Esto podría hacernos pensar que para una lactancia exitosa, sólo habría que dejar hacer al bebé, sin embargo, el problema de fondo está en que muchas madres cargan con toda una vida de programación en contra de estos instintos. Condicionamientos inconscientes negativos que acaban en muchos casos derivando en lactancias fracasadas, incluso en muchas mujeres cuya firme determinación es la de alimentar a sus hijos con su propia leche.
Evidentemente, existen muchos más factores que influyen en los problemas actuales de lactancia. Tenemos partos excesivamente intervenidos y medicalizados, madres separadas de sus bebés en las primeras horas tras el nacimiento, abuelas que fracasaron en sus lactancias y boicotean las de sus hijas y nueras con comentarios negativos, y otros muchos motivos, pero, creo que no se le ha dado la suficiente importancia a este factor, que estamos comentando hoy, de la interiorización de la información y, por ende, del aprendizaje gracias a los modelos adecuados.
Ni yo mismo me había percatado de lo básico que resulta ver amamantar a otras madres del entorno hasta que he entendido de dónde venía mi “instinto” para la cocina. Si no hubiera visto cocinar a mi abuelo (además de mis abuelas, tías y madre) durante la infancia, no creo que ahora cocinara de manera tan natural.
Si nuestras niñas no ven modelos de lactancia en sus madres, tías o amigas, cuando ellas sean madres, tendrán más probabilidad de desarrollar problemas con la lactancia de sus propios hijos. Debe haber un cambio social hacia la aceptación de la lactancia como algo natural, saludable y muy beneficioso para bebés, niños y mujeres. Ver a las madres dar el pecho debería ser lo habitual en las casas y, también, en la calle, los parques y los centros comerciales (algo como sucede en Mongolia, según relataesta madre). Es imprescindible que las niñas de hoy puedan ver a las madres amamantar.
Por desgracia, las campañas publicitarias a favor de la leche de fórmula tuvieron un efecto devastador en los años 70 y 80. Aún hoy en día, aunque tienen algunas pequeñas restricciones, todavía nos siguen vendiendo la leche artificial (que no es sino leche de vaca modificada más otros añadidos) como una alternativa equivalente a la leche materna. Esto ha calado tan hondo que he llegado a ver en las jugueterías algo tan demencial como un peluche de una mamá chimpancé, con su bebé y SU BIBERÓN (podéis ver la foto arriba).
¿Qué modelo de lactancia están recibiendo y almacenado las niñas que serán las futuras madres de nuestra sociedad? No sólo no están interiorizando la lactancia materna, sino que están grabando en su inconsciente que lo normal es el biberón. Imagino que si no tienen la oportunidad de aprender la lactancia por observación, tendrán los mismos problemas que los orangutanes criados en cautividad. De hecho, es lo que está pasando en las últimas décadas.
Mientras esté mal visto y se castigue socialmente dar la teta en público, las niñas no interiorizarán el modelo más sano y natural que supone la lactancia materna.
Por fortuna, cada vez hay más familias que se organizan en grupos de apoyo a la lactancia, hay protestas cuando una madre es recriminada por amamantar en cualquier sitio (centros comerciales, museos, etc.) y en casi en todas las ciudades, se puede encontrar ayuda si se necesita.
Las nuevas generaciones deben ir normalizando la lactancia para que el modelo que reciban sea el correcto. De esta manera, los efectos beneficiosos para la salud de la lactancia materna se extenderán a toda la sociedad y, con toda probabilidad, tendremos muchos menos problemas de salud.
Para finalizar, me gustaría hacer una pequeña encuesta entre vosotras y saber cómo fueron vuestros modelos de lactancia en la infancia y cómo fue la lactancia de vuestros hijos, si tenéis: ¿Vuestra madre os dio de mamar?, ¿recordáis haber visto amamantar a vuestras tías o a amigas de vuestra madre? Si tenéis hijos, ¿cómo fue la lactancia?, ¿tuvisteis dificultades?, ¿cuánto tiempo mamaron vuestros hijos? Después de haber leído esta entrada, ¿encontráis relación entre los modelos que tuvisteis de pequeñas y vuestra experiencia con la lactancia?
Ramón Soler, Psicólogo