Una de las cuestiones de las que más consultas recibo de las familias con adolescentes es la del desorden. Muchos padres sienten frustración al ver los cuartos de sus hijos desordenados: ropa por el suelo, libros apilados sin control, zapatos desperdigados...
Este tipo de situaciones suele generar muchos momentos de gran tensión y múltiples discusiones en las familias. Sin embargo, estas podrían ser evitables, si comprendemos que el desorden va de la mano de la adolescencia, que es algo normal y natural en ellos.
Para comprender el desorden en las habitaciones de los adolescentes, es fundamental analizar sus causas desde una perspectiva psicológica y neurológica.
¿Desorden o desarrollo? Lo que ocurre en el cerebro adolescente
Durante la adolescencia, el cerebro atraviesa una etapa de maduración crítica. La corteza prefrontal, responsable de funciones como la planificación y la organización, es de las últimas áreas en desarrollarse completamente. Como resultado, los adolescentes suelen tener dificultades para estructurar su entorno y establecer rutinas de orden.
Por otra parte, el sistema límbico, relacionado con las emociones y la búsqueda de recompensa inmediata, madura más rápidamente que la corteza prefrontal. Esto genera un desequilibrio que puede llevar a priorizar actividades más gratificantes o estimulantes sobre tareas que requieren organización y esfuerzo, como mantener ordenada su habitación.
Psicológicamente, el desorden también puede ser una manifestación del caos interno que los adolescentes viven debido a los continuos cambios emocionales, intelectuales, sociales, físicos y fisiológicos que experimentan.
Además, emocionalmente, este es un periodo de autodescubrimiento y afirmación de la identidad, por lo que su habitación puede convertirse en un reflejo de este proceso.
Este desorden no es, por lo tanto, un signo de dejadez o rebeldía, sino una parte natural de su maduración.
En vez de de etiquetar a los adolescentes como descuidados, es esencial comprender el contexto en el que sucede este comportamiento y abordarlo desde una perspectiva respetuosa y constructiva.
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Cómo ayudar a tu adolescente
Como siempre le comento a los padres que vienen a mi consulta, afrontar esta cuestión desde los premios, los castigos, las amenazas o la represión, además de contraproducente, puede causar una pérdida de confianza de los hijos en los padres.
Una alternativa más efectiva es establecer una comunicación abierta y respetuosa con nuestras hijas e hijos.
Los adolescentes necesitan sentir que su voz es escuchada, que son valorados y que su espacio personal es respetado.
Hablar y negociar pueden ser formas más constructivas de promover un equilibrio entre el respeto por su autonomía, por su toma de decisiones y el cumplimiento de unas mínimas normas familiares de convivencia.
Este fomento de la autonomía también resulta fundamental. En vez de obligarlos a mantener un orden estricto, es más práctico ayudarles, de manera gradual, a desarrollar habilidades organizativas. Los adolescentes, a medida que maduran, si no son obligados o presionados, van comprendiendo de forma natural la necesidad de mantener sus enseres personales bien ordenados y cuidados.
Respetar su espacio personal también es muy importante. Aunque puede ser complicado para los padres aceptar el desorden, es importante recordar que este espacio es una extensión de la identidad de sus hijos. Siempre que el desorden no represente un riesgo para su salud o seguridad, puede ser útil darles cierta libertad para gestionarlo según sus propios términos.
Reforzar el vínculo
El desorden en las habitaciones de los adolescentes es una manifestación común de los cambios internos que experimentan durante esta importantísima etapa de desarrollo. Comprender sus causas y abordarlas de forma constructiva, con empatía y respeto, puede no solo reducir las tensiones familiares, sino también fortalecer la confianza y el vínculo entre padres e hijos.
Ramón Soler, Psicólogo