Algunas personas, cuando viven un conflicto o sufren alguna dificultad, no son capaces de afrontar los problemas que surgen en sus vidas y en sus relaciones.
Confiados en que todo se va a desvanecer o pasar, dejan que pase el tiempo sin buscar soluciones.
PATRONES HEREDADOS
Cuando en una familia se dan discusiones y broncas constantes, entre abuelos, tíos, primos o hermanos, pero, llegadas las fiestas, se reúnen en comidas familiares y actúan como si nada hubiera pasado, le están ofreciéndole un ejemplo muy negativo a los niños.
Por un lado, les están enseñando a evitar afrontar los problemas. Dejan pasar el tiempo sin resolver sus diferencias y, cuando se vuelven a encontrar con la persona en cuestión, actúan con total normalidad, como si no existiera un conflicto entre ellos.
![]() |
Artículo Relacionado: ¿Por qué lo vuelvo a hacer? |
DOBLE DAÑO
El daño que produce esta actitud en los niños es doble, puesto que, además de enseñarles a huir de las situaciones difíciles, los adultos no les muestran un modelo sano y asertivo de afrontamiento y resolución de los conflictos y problemas.
Sin embargo, aunque se pasen por alto las disputas y las dificultades, las emociones que provocaron siguen presentes, no se pueden borrar ni olvidar.
Lo que nos ha hecho daño, aunque no lo hablemos, sigue afectándonos y, tarde o temprano, el problema que se intentó ocultar vuelve a aparecer.
EN TERAPIA
Esta semana, en una sesión terapéutica muy especial, estuvimos trabajando sobre estos patrones negativos transmitidos de padres a hijos, en concreto, nos centramos en la importancia de no dejar pasar las ocasiones conflictivas sin solucionarlas.
Cuando surge un conflicto, hablarlo en el momento de forma asertiva y tratar de buscar soluciones efectivas, en lugar de simular que no ha pasado nada, es uno de los mejores ejemplos de madurez emocional que podemos ofrecerle a niñas y niños.
Ramón Soler, Psicólogo