Imagina, tu corazón empieza a acelerarse sin motivo. Las palpitaciones aumentan, la respiración se agita, el corazón parece a punto de salirse del pecho y, de repente, la ansiedad se apodera de ti. ¿Te suena?
Hace años trabajé con una paciente que vivía sumida en este estado de angustia: "Cada vez que notaba que el corazón comenzaba a dispararse, entraba en pánico... y eso lo hacía latir aún más rápido". Pero todo cambió cuando descubrió la "palanca de la ansiedad" (una técnica de nuestro libro “Recuperarla calma”).
El momento clave:
Mientras practicábamos el ejercicio en mi consulta, me comentó emocionada: "¡Puedo sentir cómo mi corazón late más despacio!". Para ella fue un antes y después: tenía comprobado que su ansiedad se disparaba cuando sentía que el corazón se le aceleraba sin motivo, lo que suponía para ella una vivencia de máxima angustia. Al terminar la sesión, le conté un experimento clásico con ratones que demostraba cómo podemos manejar nuestro ritmo cardíaco para aumentarlo o calmarlo, según deseemos.
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El experimento con ratones que lo cambió todo
En 1967, el equipo del neurocientífico Neal Miller realizó un experimento pionero con ratones: les colocaron unos sensores para detectar su latido.
El sensor estaba conectado al dispensador de comida y los experimentadores lo programaron de forma que, cuando el corazón se acelerase hasta un determinado nivel, abriera la comida para los ratones. En muy poco tiempo, los ratones aceleraban su ritmo cardíaco, a voluntad, cuando tenían hambre y querían abrir el dispensador.
Esto ya supuso una sorpresa para los investigadores, pero decidieron ir un paso más allá. ¿Qué pasaría si reprogramaban el sensor para que abriera la comida cuando el latido del corazón descendiese? Como puedes imaginar, los ratones se dieron cuenta del cambio y aprendieron a calmar sus pulsaciones para abrir el dispensador de comida.
¿Qué significa esto para ti?
Tu corazón no es un "piloto automático": algo que parece tan involuntario como el latido del corazón, puede ser regulado de forma consciente.
La ansiedad tiene interruptor: con técnicas como la “palanca de la ansiedad” o la respiración guiada podemos aprender a controlar el latido cardíaco para calmarlo en aquellas situaciones en las que se dispara de forma incontrolada.
El control está en tu mente: tú también puedes vincular la calma con imágenes mentales o ejercicios concretos.
Prueba esto ahora mismo:
Coloca una mano en tu pecho. Inspira profundamente (4 segundos), mantén la respiración (2 segundos) y ahora, suelta el aire lentamente (6 segundos). Repite 3 veces.
¿Notas cómo tu corazón responde? Este es tu primer paso hacia la calma.
Existen ejercicios, imágenes mentales y técnicas que nos ayudan a influir en nuestro ritmo cardíaco. Aprenderlos y practicarlos puede marcar una enorme diferencia, especialmente para quienes sufren ansiedad y sienten que su cuerpo reacciona de forma imprevisible.
Ramón Soler, Psicólogo